Correr, como cualquier deporte o actividad física, implica un
aprendizaje de cierta técnica. Esto no es solo para lograr mejores
resultados, sino para evitar daños. Aprendiedo a corregir la forma de correr para prevenir lesiones te asegurarás de que tu rendimiento será mayor con un menor desgaste para tus articulaciones, tendones, músculos y ligamentos.
Correr
es una capacidad que tenemos por naturaleza. Pero hacerlo de forma
habitual, como actividad física, requiere un cierto entrenamiento. ‘Aprender’ a correr bien puede ayudar a evitar lesiones
y es relativamente sencillo de conseguirse. Solo necesitas prestar
atención a tu cuerpo y, tal vez, la ayuda de algún amigo que te
supervise.
Los que tienen buena técnica:
Su forma de correr es contínua, elástica, suave, donde todo el cuerpo
colabora con el movimiento. Los brazos impulsan, la postura del tronco
transmite la fuerza a las piernas, que, prácticamente, deslizan con
armonía sobre el suelo.
Los que tienen mala técnica:
Cada zancada es un suplicio. Son discontínuas, de diferente longitud y
ritmo. Los brazos se mueven torpemente, con inseguridad, sin ayudar a la
ejecución del ejercicio. El tronco está en postura forzada. Se balancea
o se inclina a los lados, obligando a mantener el equilibrio en cada
zancada. Las piernas, más que correr, propulsan de forma pesada. Se
aprecia que las rodillas sufren a cada nuevo impulso. El apoyo de los
pies es desigual. Suele ser habitual ver personas que corren con la
punta de los pies mirando hacia fuera, en lugar de con los pies rectos.
Esto también repercute en articulaciones como tobillos y rodillas
principalmente.
Para corregir la forma de correr,
es necesario que seas consciente de la postura de cada parte de tu
cuerpo durante el movimiento. Obsérvate en un un espejo (si es en la
cinta de correr) o te grábate en vídeo. Puedes pedir ayuda a un amigo,
tanto para que te grabe como para que te de su propia opinión sobre tu
forma de correr. Habrá fallos muy evidentes que te podrá comentar, y te
servirán para mejorar. Lo ideal es que preguntes a un entrenador, o a alguien que tenga conocimientos como para poder ayudarte a corregir tu estilo.
Es una forma de mejorar el rendimiento y cuidar la salud y que, además, es relativamente sencilla de poner en práctica.
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